8.1. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y MOVIMIENTOS MIGRATORIOS EN EL SIGLO XIX. EL DESARROLLO URBANO.

8.1 . EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y MOVIMIENTOS MIGRATORIOS EN EL SIGLO XIX. EL DESARROLLO URBANO.

  1. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA

A lo largo del siglo XIX la población española pasó de 10,5 millones en 1797 a 15,6 en 1860 y a 18,5 millones en 1900, cifras que suponen un aumento superior al 75%. Las causas más importantes de este crecimiento fueron la desaparición de determinadas epidemias, la mejora de la dieta y la expansión de algunos cultivos como el maíz y la patata. Sin embargo, el crecimiento demográfico español fue uno de los más bajos de Europa debido al mantenimiento durante la mayor parte del siglo XIX de los rasgos típicos de la demografía tradicional: alta mortalidad y elevada natalidad.

En relación con los países del norte de Europa, a finales de siglo, la natalidad española era más elevada y la mortalidad resultaba muy superior a la media europea, incluyendo la mortalidad infantil. La esperanza de vida en España en 1900 era de 34,8 años y en Francia o Gran Bretaña de 45 años. Todas estas magnitudes explican el limitado crecimiento de la población española, que hasta el siglo XX no experimentó la transición hacia una demografía moderna.

El mantenimiento de una elevada mortalidad fue debido a las malas condiciones sanitarias y al impacto de las epidemias, ambas muy relacionadas con la pobreza de la mayoría de la población. Las recurrentes epidemias de cólera, tuberculosis y fiebre amarilla fueron las enfermedades más relacionadas con la falta de higiene.Una mala cosecha era suficiente para provocar una gran escasez de alimentos, la cual, a su vez, conducía al hambre, la desnutrición y a un aumento del número de muertos.

Durante el siglo XIX, y siguiendo la tendencia iniciada el siglo anterior, continuó aumentando el peso demográfico de la periferia en detrimento de la España interior, que tuvo un aumento de población bastante más limitado, a excepción de Madrid.

  1. ÉXODO RURAL Y CRECIMIENTO URBANO

A lo largo del siglo XIX el crecimiento urbano fue limitado, debido a la modesta industrialización y al atraso agrario español que obligaba a la mayor parte de la población a producir alimentos y a quedarse en el campo. Aun así este crecimiento urbano fue lento, pero constante.

Hasta 1860 las migraciones internas fueron limitadas, pero a partir de esta fecha, la población comenzó un lento éxodo rural que supuso el crecimiento de la población urbana, es decir, de las capitales de provincia y principalmente de Madrid, como capital política y Barcelona y Bilbao, como principales núcleos industriales. En 1836 la población urbana era menos del 10% y 1900 era del 16,6%.

El aumento del tamaño de algunas ciudades obligó a demoler las ciudades de origen medieval y a ampliaciones mediantes planes de reformas urbano como los ensanches, barrio burgueses con avenidas amplias, manzanas cuadrangulares y un estilo arquitectónico muy propio. Por ejemplo, el Barrio Salamanca o el ensanche de Barcelona . Además también se realizó la construcción de ferrocarriles, el inicio del alumbrado público y el alcantarillado.

A pesar de la creciente urbanización, a principios del siglo XX la mayoría de la población española continuaba siendo rural y un 70% residía en núcleos de menos de 200.000 habitantes. El resultado de esta irregular distribución de la población fue un dualismo muy acentuado entre el campo y la ciudad, origen de numerosas tensiones políticas y sociales.

  1. LAS MIGRACIONES TRANSOCEÁNICAS

En las décadas finales del siglo XIX la tensión entre el aumento de la población y la falta de oportunidades de empleó obligó a muchos españoles a emigrar a ultramar

Los principales focos de emigración fueron Galicia, Cantabria, Asturias y Canarias, zonas con falta de tierra y de puestos de trabajo. También Cataluña propició emigración a Cuba debido a sus tradicionales relaciones comerciales.

El destino más importante fue Latinoamérica especialmente Argentina, Cuba, México y Brasil. Hasta el año 1860 se calcula que partieron 200.000 españoles hacia América por las oportunidades del continente y por la facilidad del nuevo barco a vapor. Los gallegos fueron el contingente más amplio que entre 1853 y 1882 emigraron a América unos 325000 gallegos, cifra que supone el 60% de la población.

Esta emigración a América por razones laborales tuvo su cresta más importante entre 1900 y 1929 con un breve retroceso durante la Primera Guerra Mundial, cuando más de un millón de personas se lanzaron a hacer las américas.